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Pautas Socioculturales que explican la supremacía China (parte 1)

Autor: Miguel Rivas (Director de Alta Gerencia Internacional - Unión Europea)









Autor:

Miguel Rivas

(Director de Alta Gerencia Internacional

Unión Europea)


Originalmente publicado en el año 2015

bajo autorización del autor y de http://www.knowsquare.es/







Desde la representación de AGI en la Unión Europea les proponemos hacer una inmersión socio-cultural en el país que hoy es la locomotora económica mundial. Para que sea progresiva y llevadera, contemplamos 23 pautas que fueron elaboradas a partir de la radicación del Prof. Rivas en Shanghai (2008-11). Proponemos dividirlas en cuatro entregas; la 1ª de las cuales forman parte del presente documento y comprenden seis aspectos clave. A China se puede llegar con contrato o sin él. Lo que es inevitable es “informarse en origen” para que no correr el riesgo de pasar por un “pulpo en un garaje”. En un país, cinco veces milenario, monopolizado por la etnia Han; entre las 56 existentes, y que supera ligeramente el 90 % de la población china actual, 98 % en Taiwán y casi ¾ parte de la población china residente en Singapur y la 5ª parte de la mundial se impone conocer en detalle aspectos fundamentales para propiciar una progresiva integración ante la gran brecha cultural que se abre entre occidente y el coloso asiático.


1ª. El silencio es la mejor palabra e inmejorable carta de presentación ante audiencias que se frecuentan por primera vez.



Fruto de la inercia occidental de pensar que la primera impresión es clave se infiere erróneamente que China no debería ser la excepción cuando la regla que allí impera demanda una actitud social diametralmente opuesta. Los gestos cuentan más que las palabras y verbalizar en exceso trasmite la sensación que lo que se “suelta” es directamente proporcional a lo endeble del mensaje que se quiere trasmitir e inversamente a la cadencia que debería administrarse a través del tiempo.


2ª. Observar significa participar, aunque no se haga uso de la palabra: Observación + Escucha = Participación



Tanto la vista como el oído son dos fuentes de percepción sensorial informativa por antonomasia. La observación y la escucha consciente son fruto de ambos. La presencia que cuenta no requiere de la palabra. La personalidad que gravita está formada por un conjunto de elementos que no deben ser monopolizados por el aparato bucal y “lo exótico” que a los oídos locales resulta escuchar el acento de una lengua ajena que “chirría” ante la novedad de su escucha. Mucho peor puede llegar a ser aún, cuando se debe hablar y el foco de atención se fija en la persona que traduce y no en el interlocutor que actúa de anfitrión. Quizá, no vuelva a recuperarse la confianza aunque nunca se sepa ni se reciba reacción alguna que así lo anticipe o confirme.


3ª. La intimidad es un estado mental, el lenguaje corporal es casi nulo:



El lado emocional del ser oriental, en general, y del chino, en particular, está disociado de lo que se trasmite o deba hacerse público. “Lo que haga un chino, que no lo sepa el vecino”, podríamos aventurar en una suerte de máxima ocurrente. También podríamos referirnos al viejo adagio que reza: “Libre uno es de lo que calla y esclavo de lo que dice” (o demuestre, agregamos).

Con respecto al movimiento gestual, se debe tener en cuenta que los movimientos escasos o esporádicos que pueden ser ligeramente apreciados trasmiten, en la mayoría de los casos, mensajes diferentes a los que pueden significar, desde nuestra perspectiva u óptica cultural, como se explicita en la pauta siguiente.


4ª. Escuchar atentamente algo, por parte de un/a Chino/a, no es recibir aprobación ni mucho menos tener interés en la conversación o en continuar negociando: escucha por respeto.


Como anticipábamos en la 2ª pauta, la escucha proviene del oído como órgano físico del procesamiento humano, en general, y la escucha atenta incorpora una actitud consciente que incluye interés y respeto por el interlocutor que, sin embargo, no debería hacerle suponer (por la novedad e inexistencia de la práctica en otros sitios del mundo más occidentalizados) que esa primera toma de datos es anticipo de “venta” o negociación positiva inminente: La buena comida debe guardar reposo, siempre y cuando, se haya elegido previamente “buen género” y sabido aderezar convenientemente con “especias y condimentos adecuados”.


5ª. Se debe agradecer cuando haya ignorancia visual, es porque están en postura de subordinación; lo contrario sería muestra de desafío.


Aunque más propio del ámbito docente y protocolar, se debe tener presente que la educación y quienes ejercen ese noble arte (LaoShi o SaMa = Maestro, en chino o japonés, respectivamente) son los únicos ciudadanos cuya actividad profesional les libera de genuflexión y subordinación ante niveles jerárquicos superiores pues se asume que hasta el emperador (o jefe supremo) necesita formarse con un maestro para dignificar y honrar tan altas responsabilidades. En tal sentido, el alumno o interlocutor ocasional, “premia” según sea la personalidad, actitud y trayectoria de quien tenga delante, previa información (u observación directa) con el máximo respeto al que pueda aspirarse al distraer la mirada a los ojos de la persona o dignatario con el que tenga que negociar o entrevistarse.


6ª. Tildar de monje a un chino es ofensivo, porque estás insinuando que mendiga.


La experiencia china o cualquier otra que pueda vivirse en una cultura ajena no está exenta de riesgo si la precipitación o la tentación de vínculo asociativo con lo que previamente se conoce no se regula o tiene en cuenta. En algunos casos, como el que comentaré no deja de ser curioso que el efecto pueda ser tan opuesto que lo positivo puede tornarse radicalmente negativo. Resulta que ante una exposición de un alumno muy inspirada en la universidad china donde ejercía comenté: Cuán profundo era su conocimiento y la meditación que nos traía la asemejaba a la de un monje en actitud contemplativa. El repentino silencio e insatisfacción evidente fueron palpables y la reacción de fastidio inmediata. Dicha figura es impropia de personas que mantienen un vínculo familiar y transmite, a la vez, según el inconsciente colectivo chino, un desinterés por lo material que caracteriza a individuos desconectados de la realidad y ajenos al esfuerzo que supone la satisfacción de sus necesidades más básicas.

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